viernes, 25 de diciembre de 2009

AVATAR


James Cameron, quien a lo largo de su carrera siempre ha estado a la vanguardia de la tecnología, nos presenta el espectáculo visual de la década. No sería descabellado decir que las millones de personas que asistan a ver esta película estarán presenciado con sus propios ojos el futuro del séptimo arte, tal y como lo hizo Star Wars en 1977.


Sin embargo, como bien sabemos los amantes del cine, los efectos especiales, por más estupendos que sean, no hacen un gran largometraje. George Lucas olvidó este importantísimo detalle en la nueva trilogía de su saga espacial al crear fantásticos mundos carentes de corazon. Mientras que Michael Bay, por su parte, podrá tener los robots gigantes más impresionantes del mundo, pero no tiene la más mínima idea de lo que es un buen libreto.


Para nuestra fortuna, en Cameron siempre hemos podido confiar. El director de Titanic, The Abyss y Terminator 2: Judgement Day, utiliza una vez más lo último en la tecnología como un recurso más en su vasto caudal para contarnos una historia que, aunque ciertamente la hemos visto innumerables veces en la pantalla grande, no deja de ser menos fascinante. Es más, se podría decir que en manos de Cameron es casi como si la viéramos por primera vez, ya que en este medio a veces no es tan importante lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. Y Cameron es un maestro del cómo.
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2154 es el año. Los humanos, tras invadir e instaurar una base militar en la luna Pandora, buscan establecer una confraternización con la especie indígena conocida como los Na'Vi por medio de avatares, imponentes cuerpos orgánicos -azules y de nueve pies de altura- idénticos a los de los Na'Vi, pero controlados mentalmente por los humanos. Su misión: conseguir que los nativos se muden de su aldea para poder extraer un valioso mineral de sus tierras.


El corporal “Jake Sully” (Sam Worthington) es el encargado de lograr un acuerdo protocolar con los Na'Vi infiltrándose en su tribu para aprender sus costumbres. Su guía es la audaz guerrera “Neytiri” (Zoe Saldaña), hija del jefe de los alienígenos que le dan la bienvenida a “Sully” y lo aceptan como uno de los suyos. Pero la paciencia del ejército es poca, y si él no llega a un trato a la buena, los militares –como siempre- lo harán a la mala.
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Si conocen la historia de Pocahontas, o al menos han visto filmes como Dances with Wolves o The Last Samurai, la trama de Avatar les será muy familiar. Si de algo peca el guión de Cameron, es en su falta de originalidad. Sin embargo, el talentoso cineasta -de la misma forma que lo hizo en True Lies con el género de acción- maneja los obvios clichés de su historia con una maestría impecable y los complementa con matices de temas vigentes que expresan -no muy sutilmente- su malestar por las injustas guerras en Afganistán e Irak. El director lleva un claro mensaje antimilitarista y a favor de la conservación del amtiente.
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En algo que sólo se ve en los mejores exponentes de la ciencia ficción, en Pandora todo tiene una razón de ser. Evidenciando los muchos años que le ha dedicado a su historia, Cameron da explicaciones claras y específicas para la ciencia y tecnología de la gran mayoría de los elementos que aparecen en la cinta –desde sus leyes físicas hasta la simbiosis que existe entre un humano y su avatar- transportándonos a este mundo inhóspito de manera convincente.
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Cuando el director y guionista dijo que Avatar revolucionaría el 3D, hablaba muy en serio. El ganador del Oscar utiliza la tercera dimensión como nunca antes se ha visto en el medio, dándole a sus paisajes una profundidad palpable y un efecto verdaderamente sorprendente sin abusar de la tecnología. Su cámara, hecha específicamente para la cinta, nos acerca a su espléndido mundo y nos invita a admirar su belleza, enamorarnos de sus personajes y formar parte de su extraordinaria aventura.


Del mismo modo, la técnica que empleó para capturar la actuaciones del elenco y transferirlas a los personajes computarizados es formidable, al punto de que se olvida que lo que estamos viendo es un producto digital. Cuando vemos a “Sully”, en su cuerpo alienígena, o a la bella y valiente “Neytiri”, podemos observar los rostros de Zoe Saldaña y Sam Worthington. Notamos hasta la más mínima sutileza de su magnífico trabajo histriónico y sentimos la presencia del dúo de actores. No puedo ni imaginar lo que este tipo de tecnología les permitirá crear a los cineastas del mañana.
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Son pocos los filmes que cumplen lo que prometen. Tras 12 años apartado de la pantalla grande, James Cameron regresa con esta épica cinematográfica, realizada con una visión tan asombrosa como las increíbles imágenes que nos presenta, para recordarnos el perpetuo poder del séptimo arte. Repito: Avatar no es simplemente una película. Es mucho más que eso. Es la razón por la que vamos al cine.

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